miércoles, 31 de mayo de 2017

CARRERA LIBERTY



Habían pasado dos meses desde que me puse el último dorsal y muchas cosas pasaron en ese período de tiempo. La principal la de fracturarme el codo, perderme los 100km peregrinos y tener el brazo a día de hoy sin poder estirarlo ni girarlo. Buenas palizas me están dando los fisios para que recupere toda la movilidad.

Evidentemente no tenía ningún tipo de intención de apuntarme a ninguna carrera pero el azar tiene estas cosas e hizo que el día anterior a la carrera fuera agraciado en un sorteo con un dorsal.

Así que como el que comienza en el mundo del running la noche anterior preparé mis cosas y entre la comodidad de mi almohada soñaba cosas bonitas que me podrían suceder en esta carrera. Curiosamente ninguna de todas las cosas que me pasaban era la de ganar y es que no soy competitivo ni en mis sueños,😂😂😂😂.

La carrera ya la había conocido hace dos años lo que me facilitaba a la hora de tomar la decisión del ritmo a llevar. Los cinco primeros kilómetros hasta Concha Espina son cuesta arriba y luego bajada hasta príncipe de Vergara para finalizar con 500 metros subiendo hasta Goya.

El plan sencillo, ritmo de 5:20, correr fuera de grupos numerosos para evitar golpes en el codo o caídas innecesarias y ver como funcionan las piernas. Y simplemente todo fue perfecto. La salida con muchísima gente, motivo que me recuerda una y otra vez que no me apunte a carreras en Madrid capital.

Pasamos junto al Retiro, la puerta de Alcalá y la Cibeles y giramos para subir por la Castellana hasta el Bernabéu. La sombra se agradece porque el calor es excesivo. La subida a pesar de ir a 5:20 no es tan cómoda como me gustaría pero voy consiguiendo llegar.

Avituallamiento que cojo en la última mesa para evitar todos los empujones y giro para pasar junto al mítico estadio del Real Madrid y enfilar la cuesta de Concha Espina. No sé lo que Kilian Jornet habrá sentido coronando el Everest, si sé que yo llegué arriba de la cuesta de Concha Espina como si hubiera coronado un pico de 8000. Pero lo duro estaba hecho.

La bajada por Príncipe de Vergara fue cómoda reservando para la subida a Goya y sin arriesgar un solo adelantamiento para no caerme. Que no se podía pasar pues me esperaba hasta ver un hueco para un camión y se adelantaba, sin prisa. Al final el repecho que subía hasta Goya me pareció hasta corto y llegué a meta en 54:20.

Me quedé satisfecho de haberme puesto el dorsal de nuevo y haber podido aguantar la carrera entera al ritmo que me había planteado. Ya tendremos más oportunidades después del verano de volver a correr en menos de 50 minutos.