lunes, 12 de junio de 2017

CARRERA URBANA DE CARABANCHEL



Las carreras aunque en apariencia sencillas resultan ser eventos llenos de ilógicas.

Ilógico es que la carrera se celebre al lado de casa de todos mis acompañantes y que nos presentemos en la salida con la carrera ya comenzada.

Ilógico es que siendo siete intentáramos ir juntos durante gran parte de la carrera. Así ocurrió que nos diseminamos por todas las calles de Carabanchel.


Ilógico es que una carrera sencilla de barrio se complique cambiando el reglamento, después de abrir inscripciones, para hacernos ir el día anterior a un gimnasio a por el dorsal. En mi caso lo más probable es que no la corra más. Eramos pocos hoy pues puede que el año próximo sean menos.

Ilógico es correr un 11 de junio a las 9:00 de la mañana y nos haga 30 grados.

Y lo más lógico de lo ilógico es que unos padres primerizos esperen entrar en meta por primera vez con su pequeño bebé.Pero no puedan hacerlo porque ha decidido que es el momento de tomar el biberón.

La 26ª edición de la carrera urbana de Carabanchel ha sido la elegida para debutar corriendo por este mítico barrio de Madrid. Y a pesar de haber vivido próximo a estas calles, ilógicamente, era una zona de Madrid que nunca me había visto trotar por su calzada.

En las calles aledañas a la salida, concretamente a un kilómetro, nos juntamos siete espigados aunque no musculosos corredores y corredoras. El único fin era divertirnos un poco trotando por Carabanchel sin morir por el calor. Y se puede decir que las presentaciones y descripciones de los atletas terminaron en esas calles aledañas, porque a falta de cinco minutos nos quedaba un paseo para llegar a la salida. Y paso lo más normal cuando uno va con la mayor tranquilidad del mundo que cuando está a punto de llegar al arco de salida suena el pistoletazo y salimos los últimos con la carrera empezada. Eso sí la calle sin tumulto ni agobios, toda para nosotros siete. 
Evidentemente sólo podíamos mejorar posiciones así que comenzando a coger ritmo afrontamos la vía Lusitana dirección hacía Plaza Elíptica para girar y volver por el otro lado de la mediana hacia Avenida de los Poblados.

En esta recta de 1,5 kilómetros, tal y como marcaba la lógica, nos separamos el grupo afrontando cada uno la carrera a nuestro ritmo. Pablo y yo nos quedamos juntos y como viene siendo habitual Pablo fue tirando de mí en las cuestas. Aunque quizás esta vez estábamos algo más parejos en nuestra deficiente forma física.

El comienzo de la Avenida de los Poblados es en subida, quizás la más complicada de la carrera. Ni una sombra en toda la calle. Sol abrasador que hacía rezumar del oscuro asfalto madrileño un calor que derretía la goma de las zapatillas.

A un ritmo pausado y animado por Pablo en el tramo final, consigo llegar arriba. Enfilamos el último tramo de la Avenida de los Poblados y giramos hacia la bajada por la Calle General Ricardos.

Tramo disfrutón en bajada de tres kilómetros, viendo aquella universidad donde hace casi 20 años no pude entrar por culpa de la nota. O el centro de formación donde cada año realizo cursos. Aquel centro donde vine a una entrevista hará 13 ó 14 años y después de tres pruebas me rechazaron en el último proceso selectivo.

En fin una calle General Ricardos que tiene muchas historias dentro de la historia de mi vida.


Volvemos a la Vía Lusitana para correr los tres últimos kilómetros en las dos direcciones de la Avenida. Y esto lógicamente es Madrid por lo tanto no hay nada plano, hacia un lado sube y hacia el otro baja.

Volvemos a pasar junto al cartel del kilómetro 9 y soy consciente que aunque cansado vamos más rápido que toda la gente de alrededor.Pablo quizás diga que ibamos de paseo pero como no tiene blog pues no puede poner pegas. El kilómetro se hace largo pero tengo la jugada de póker más ilógica de los últimos años.

En la entrada al parque y a falta de 150 metros ataco a Pablo. No sé los años que llevamos corriendo juntos, seguro que cinco o seis, pero jamás le había atacado, mi nivel competitivo es 0. Seguramente sorprendido le cuesta reaccionar pero rápido se da cuenta y se pone a mi lado aunque no lo suficiente porque las clasificaciones reflejan mi victoria por milésimas de segundo. 54:09.

Finalmente y a pesar del calor hemos pasado una estupenda mañana charlando, sudando y corriendo por las calles carabancheleras. Aunque me ha faltado un desayuno de tostada de aceite y tomate en el Champions.


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