viernes, 13 de abril de 2018

MEDIO MARATON MADRID

Fotón de la media de madrid 2018.

Adormilado en el tren. Viendo las estaciones pasar pero sin saber ni tan siquiera su nombre. Así comenzaba mi mañana del segundo domingo de abril. La radio que sonaba por mis auriculares no me quitaba un pensamiento de la cabeza, ¿qué voy a hacer hoy en la media de Madrid? ¿Corro solo o mejor voy más despacio y en compañía? Aunque a lo mejor llegan tarde porque en esta ocasión viene la familia Sagüillo al completo y yo sólo conozco a dos y son impuntuales. Prefiero esperar a llegar a Atocha y ya cuando les vea decido.



No me había fijado pero cuando me levanto en el vagón veo que el tren va a rebosar de corredores. 8:15, Atocha, corredores en cada lugar del andén. Es el día de la media maratón de Madrid. Nuevo recorrido. Da igual haberla corrido seis veces, siempre es diferente. Siempre con gente conocida. Siempre con nervios.

Llamada de teléfono. Llegan tarde, no sé porque pero me lo esperaba de esta familia. Cambiamos punto de encuentro a la zona del ropero. La mañana es agradable para sorpresa de muchos. Hoy afortunadamente es de los pocos días en los últimos dos meses en los que no ha llovido o ha soplado el aire. El paseo hacia el ropero me deja ver la zona de meta. Ahora está tranquila. Nadie sabe que dentro de dos horas en esa lugar habrá un tapón inmenso que no permitirá que la cruce.

El ropero bien organizado y por supuesto mejor ubicado que en ediciones anteriores que teníamos que subir al Retiro y bajar al Paseo del Prado.

Me quedo pasmado cuando en mi móvil llega un mensaje de David diciéndome que ya están en el ropero. Alucinante, estamos casi a la vez en el mismo punto. Hacemos reunión de pastores para engañarnos unos a otros. Marta y Javi son novatos en la distancia y eso se nota. Se han puesto la camiseta que daban en la feria. Javi S. y David en plan pedante les achacan que estrenen ropa.

Ahora se ha puesto de moda el programa Maestros de la Costura y este par de hermanos podían ser jurado. Oyes nada les parecía bien. Criticaron mi modelo porque decían que era excesivo en ropa. Sin embargo ellos no se encontraban defecto y eso que vestían con toda la gama de colores fosforitos.

Entre punzada e hilada de los jurados costureros nos fuimos acercando a la salida. El ritmo tenía que ser lento para que Marta y los dos Javis, los de Sotillo, no los de OT y La llamada, fueran capaces de alcanzar la meta y disfrutar la media maratón.

El plan me gustaba. Sabía que no iba a correr con ellos toda la carrera pero por lo menos pasaría entretenido una parte. Yo divido la media en 5 secciones:

1ª parte: Los 5 primeros km hasta llegar a ver a los bomberos.
2ª parte: Alcanzar Plaza de Castilla.
3ª parte: Calle Mateo Inurra y subida hacia Avenida Pio XII
4ª parte: Bajada de Príncipe de Vergara
5º parte: Retiro y Atocha.

Estaba convencido que correr hasta los bomberos con semejante elenco de personajes sería como ser protagonista de un sainete. Sonrisas no iban a faltar.
La prueba comienza con la primera subida desde Cibeles a Alcalá. No se nota porque vamos de palique. Aunque un pequeño detalle empiezo a notar, me sobra una capa de ropa.
¡Ya voy bomberos. Esperarme.!
Pero uno tiene su orgullo y no le vamos a dar la razón a este trío de hermanos, así que aguanto esperando que se ponga en la siguiente esquina un vendaval que justifique mi vestimenta.

Mi orgullo dura hasta el kilómetro 2, momento en el que hago exhibición de mi capacidad para desvestirme y vestirme corriendo. Tuve que quitarme la camiseta de manga larga y correr con ella en la mano diecinueve kilómetros. Pero parece que no fui el único que se equívoco porque a David le acabó sobrando la braga del cuello y a Javi S. las gafas le iban pesando y no sabía como ponerlas.

Corro junto a Dios y su halo de luz. ¡Oh Javi mi Dios!
Entre risas y comentarios fuimos llegando al km 5. Todos en perfecto estado para pasar revisión ante el cuerpo de bomberos. Les dejamos el privilegio a Javi y Marta de pasar a su lado para que les dieran unos poquitos de bocinazos.

Tras esto un avituallamiento. En teoría había una estrategia, los veteranos cogíamos agua para los novatos que no se debían de preocupar. Es una estrategia sencilla, pero algo debimos entender mal cuando al terminar el avituallamiento terminamos con siete botellas para cinco personas.

La subida por Bravo Murillo transcurre sin mayor novedad que la discusión absurda entre hermanos de que lado de una avenida de cuatro carriles es mejor para correr si el de la izquierda o la derecha.

Yo mientras iba pensando que llegado a Plaza de Castilla me marchaba para hacer la bajada más rápido. Pero la verdad que estaba disfrutando en ese ritmo cómodo y tengo que ir acostumbrando a mi mente a que ese será el ritmo de mi próximo maratón.
Al alcanzar la cima de la carrera observamos que Javi S., un veterano en esta carrera, no lleva buena cara. Intenta disimular pero su hermana y el otro Javi tienen un correr más grácil. Para distraernos David decide deleitarnos con un sprint de 300 metros para tirarnos un fotón con las torres Kio detrás. La foto es tan digna de mencionar (es la foto principal de esta entrada) como el pestiño que nos dio durante los siguientes cinco kilómetros diciendo la calidad de la foto que había hecho.
Con el giro en el intercambiador de plaza de castilla comienza la bajada a meta. Falta la mitad de la carrera y es todo bajada.
Cuando sientes la meta cerca ya no hay dolor.

Marta alarga zancada. Javi se suelta a hablar. David no para de repetir que se mea. Y Javi S. no dice nada.jaja. Por fin tras ocho kilómetros pidiendo ir al baño Javi y David se paran. David le enseña a este novato lo que es hacer un "pis and go" en el mundo running. Estamos finalizando la bajada de Mateo Inurra. En la soledad con Marta y Javi les comento que tras la subida que nos lleva al tercer tramo me voy a ir en solitario que se me está haciendo tarde y tengo más cosas que hacer en esa mañana.

km 15. Son todo postureo. Les dolían hasta los calcetines.
Y llegado el momento me da pena dejarlos. Han sido tan agradables y comprensivos que me siento como ese padre que deja a sus hijos solos por primera vez en casa. Sabe que algo puede salir mal. Así que me quedo otro ratito con ellos. Nos vuelven a alcanzar David y el otro Javi con otra cara, la del alivio con la vejiga vacía.

Aprovecho esta zona de bajada para tirarles una foto a los cuatro y hacer el último apoyo en el avituallamiento del km 15. Preguntamos daños y estado físico de los novatos y su respuesta es:
-" Bien. Sólo me duelen los dos tobillos".-Javi.
- "Perfecta. Se me está haciendo corta si no fuera por el dolor de la ingle". -Marta.



Me entra la risa. Van bien excepto porque les duele en las partes de su cuerpo que necesitan para correr. No es la nuca o el codo. A los dos le duelen las piernas.

Pero ambos son titanes y tienen en mente alcanzar la meta. Es evidente que en este kilómetro saben que lo van a lograr. Incluso Marta ha dejado de preguntar si la ambulancia que cierra carrera viene muy cerca. Ella sabe que ya no la pilla.

Así que pasado el kilómetro 16 decido que es momento de darle una alegría a mi cuerpo. Principalmente porque sino no llego al lugar donde he quedado dentro de una hora. Me despido de los cuatro magníficos y les deseo suerte. Ellos sin embargo me lanzan cantidad de improperios por abandonarles y me obligan a justificarme ante los compañeros de alrededor que me miran asustados.

Desde aquí disfruto como un niño pequeño del final de la media maratón. La llegada hasta la zona del Retiro, este año con menos público que en años anteriores. La bajada hacia Atocha con el globo de 2:10 a la vista. Regulando para alcanzarlo y dejarlo atrás. Y por fin la llegada a la cuesta que sube a Alfonso XII. No hubo corredor veterano que cuando llegara a ese punto no la mirara con una mezcla de anhelo y suspiro.

Una familia runner
Mi llegada a meta no se llego a producir. O realmente no se llego a producir cuando debiera sino que metros antes de la alfombra de meta había un tapón que llegaba desde la zona de las medallas. Evidentemente no me voy a pegar o a empujar por parar el tiempo. Valoro más mi vida que un tiempo. Así que con tranquilidad esperamos a que la fila avanzara para parar el cronómetro en 2:10:31. Es la vez que más he tardado en acabar esta media maratón pero bien merecieron la pena cada uno de esos minutos que compartí en carrera con estos locos de Sotillo.

Evidentemente ellos llegaron todos juntos a meta. Con más tranquilidad y sin tapón. Y sobre todo disfrutando de la gesta de terminar por primera vez una carrera de 21km.

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