jueves, 5 de julio de 2018

MEDIO MARATON PAMPLONA





Hace unas cuantas semana que fui a correr por Pamplona. Tuve la suerte de que me tocara un dorsal y aprovechamos la oportunidad para escaparnos el sábado y el domingo.

Salimos en tren desde Madrid el sábado por la mañana. Dejamos las maletas en el hotel y nos acercamos a la plaza de toros a recoger el dorsal. Era el momento de dejarse llevar por los bares de la calle Estafeta. Seguían como siempre caros pero con algunas tapas de muchísima calidad. Disfrutamos cada cerveza y pinta que fueron cayendo. No fui condescendiente con mi cuerpo a pesar de tener que correr a las 8 de la tarde.



Finalizado el paseo gastronómico nos fuimos al hotel a dormir la siesta, sin prisa por despertar ya que la carrera no comenzaría hasta las ocho de la tarde.

La organización tiene varias distancias y aunque promocionan mucho el maratón la realidad es que luego son pocos los corredores que lo hacen. La gran mayoría hace la carrera de 10K, luego quedamos pocos para la media y para el maratón sólo los escasos valientes. Este año el circuito es a cuatro vueltas y la verdad es que el recorrido es totalmente plano. Una delicia para las piernas.

Salimos tras el sonido del chupinazo de la plaza del castillo y a los pocos metros tapón. La salida de todas las distancias a la vez hace que se haga un embudo. Llevo a mi lado a los chicos que van a llevar los globos de 4 horas de maratón, me parece buena idea seguirles y así no forzar el cuerpo después de la ronda de cervezas de horas antes. Los dos primeros kilómetros voy a su lado pero la verdad que ir con tanta gente me agobia y decido avanzar un poco buscando mi hueco.

El ritmo por el parque que rodea la ciudadela hace que me aleje de las liebres y encuentre un ritmo cómodo. El primer avituallamiento en el km 4 nos depara la triste sorpresa que el agua es en vaso de cartón. Me he acostumbrado a correr con botella todas las carreras largas, así que al ver a Paloma en el km 5 le digo que me busque una botella de agua en una tienda y me la dé en el km 9.

Con la tranquilidad que da saber que los globos de tú objetivo están por detrás tuya continúo corriendo sin mirar el reloj. Parque y avenidas son nuestro recorrido hasta que a la altura del km 8 volvemos al casco viejo de Pamplona y disfrutamos de los ánimos de la gente.

Volvemos a pasar por la zona de salida y la gran mayoría de los corredores desaparece hacia la plaza de toros porque ellos son de la carrera de 10 kilómetros. En el lugar donde antes hubo embudo ahora hay soledad. Una avenida con dos personas delante y otra detrás.

El camino hacia El Corte Inglés se me atraganta un poco porque me da flato. Pero aguanto el ritmo y a partir del km 15 noto que mis piernas mejoran. La fruta del avituallamiento ha dado el poder necesario y durante los últimos 6 kilómetros voy atrapando corredores.

Afronto la última subida a la plaza del castillo, momento en el que me adelantan las motos y primeros corredores del maratón por relevos, y continúo en la bifurcación por el camino que me lleva a la meta. La bajada hacia el callejón la hago pletórico de fuerzas como si llevara un Mihura a mis espaldas y acabo la mejor media del año en 1:55:36.

Yo no perdono una fiesta y a pesar de ser casi las diez de la noche recojo mi mochila de ropa me pongo los vaqueros y una camiseta, me aseo con agua y desodorante y me adentro en todos los bares de Pamplona a continuar la visita gastronómica que se alargo hasta el día siguiente.

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