lunes, 18 de marzo de 2019

MEDIO MARATÓN CERVANTINA


"AMISTADES QUE SON CIERTAS NO PUEDEN SER TURBADAS" decía Cervantes en el Quijote.
Por eso no había mejor lugar para un reencuentro del equipo MARATÓN VALENCIA 2018 que Alcalá de Henares. Ciudad de las letras por antonomasia. Lugar de estudio e inspiración para talentos como Quevedo, Lope de Vega,  Jovellanos o Tirso de Molina.



En esas calles empedradas decidimos juntarnos durante un par de horas cerca de 1000 personas para recorrer la ciudad a golpe de zapatilla. Ya le decía Don Quijote a Sancho: "El que lee mucho y anda mucho, sabe mucho y ve mucho." Y es cierto, los 10 ojos de los corredores de la foto han visto mucho mundo y han aprendido demasiado en cada carrera.

Disfrutamos tanto que hasta nos sobran los relojes, las medallas o poner una carrera como excusa para quedar. Los entrenamientos domingueros por la capital ya son parte de la rutina del fin de semana y las cañas posteriores con la ración de bravas una forma de vida. Somos un grupo tan guay que hasta hacemos amigos en los entrenamientos, gente que se junta a nuestras charlas y nos acompañan durante kilómetros.

Pero, ¿y en Alcalá que ocurrió?, pues que descubrimos que en Madrid hay un recorrido plano como Valencia, Sevilla o Berlín. Pocas medias maratones nos quedan por conocer de la geografía madrileña, creo que Villalba, Moratalaz, El Escorial y la media de las Vías Verdes. Y las llanuras alcarreñas fueron un descubrimiento alucinante.

En esta ocasión en la salida escuché faroles de todo tipo entre mis compañeros. Desde el que iba a correr a 1:40, al que le dolía la rodilla y llevaba sin correr desde hacía tres meses hasta el que el domingo pasado no podía correr más de 8 km porque le dolía la planta del pie.

En el momento faroleo solo calló Elsa diciendo que ella iba a terminar y si podía entorno a las 2 horas. Yo no dije nada, no había nada que decir. Y es que en la ciudad de las palabras y las letras cada fonema mal pronunciado es un error.

- Hola, ¿nos tiras una foto?- pregunta Raúl a 30 segundos de que den la salida.
- Ummmm, bueno, vale- contestó el desconocido con cara extrañada y preguntándose si ese grupo no había tenido rato de hacerlo antes.- Perdona le he dado al botón pero me has dado el móvil con el temporizador puesto y no te va a dar tiempo.
- Ahhh, jaja, es que mi móvil es una mierda.- Raúl volvió a coger el móvil y con todas la parsimonia del mundo quito el temporizador.- Ahora sí, verás como sale perfecta.
- Ok. A ver sonreír.
- Saca al grande de amarillo que luego le cortan. Tira la foto con diferentes ángulos, ¿vale?.
- Venga ya está, toma el móvil.- suspiró entre aliviado y asqueado el asaltado fotógrafo.

Y en ese momento que Raúl iba a mirar la calidad de la fotografía sonó el disparo de salida.


Alcalá entera para nosotros. A pesar que antes de comenzar un vecino de la localidad me había preguntado para qué servía correr 21 km y yo no supe responderle. Pero minutos después estaba dispuesto a demostrarle que no servía para nada, sólo por hobby y pasar un rato con amigos.

Agrupados como en cada carrera comenzamos la primera vuelta desde la plaza Cervantes. Rubén y Elsa deciden ponerse al día y son como cotorras. Pablo comienza a hacer la goma desde el km 2, parece que va a ser cierto que le duele la planta del pie. Raúl comienza a enseñar su farol, no aumenta el ritmo para escaparse. Así que sólo queda no dejar a nadie abandonado.

Bajo el ritmo y me junto a Pablo. Km 3 y empieza el palique para distraerle de sus dolores. Recorrido llano pero feo. Km 6 Pablo juega al escondite con la excusa de hacer un pis. No quiere que le acompañe y se me esconde entre los coches. Me paro a esperarle pero no viene y me da la sensación que no me quiere a su lado, yo prometía ser un Sancho Panza cojonudo. Así que no me queda más remedio que comenzar a trotar cual Rocinante para coger al trío delantero. Al cabo de un kilómetro les atrapo y explico situación.

Raúl decide que va a comprobar sus pulsaciones a ritmos altos y se para a esperar para ver como viene Pablo. El recorrido sigue igual, llano y por calles sin mayor interés excepto el paso por el avituallamiento del km 5 y zona del centro histórico y de facultades donde hay un gran ambiente.

A la altura del km 8 aparece de nuevo Raúl como un avión y nos dice que Pablo no nos quiere ni ver. Hemos perdido un miembro del grupo. Su mujer se comienza a preocupar ahora, 50 minutos después de salir. La comentamos que Pablo iba enfadado porque ella no había mirado atrás para preocuparse por él pero realmente tampoco le afectó mucho.

Tardamos 55 minutos en completar la primera vuelta. Han pasado tan rápidos que tengo la sensación de no haber comenzado a correr. Raúl nos informa que en el siguiente paso hay que hacer el kilómetro que falta dando la vuelta a la manzana. Información importante para no pensar que la carrera termina allí.

Tras pasar el arco de 10km Elsa y Rubén hacen la goma. Bajamos ritmo para esperarlos, no dejan de quejarse que vamos muy rápido pero ellos no paran de hablar. En el km 12 subo un poco el ritmo y me despego. Estas cosas siempre me duelen más a mi que al grupo pero se me está haciendo largo y sufro yendo a tirones esperando. En el km 13 me paro y espero a que lleguen. Allí siguen los tres de risas y charlas. Raúl se junta conmigo y vamos parloteando de lo divino y lo humano hasta que pasado el km 15 se da la vuelta y se va a buscar a su hermano y Elsa. Ahora es cuando me duele a mi. He decidido no volver a parar. El primer kilómetro comienzo a aumentar el ritmo buscando las 152 pulsaciones y desde ahí a meta. El recorrido es el mismo y ya conozco mi cuerpo así que sé que sin cuestas cuando cojo velocidad de crucero y mantengo pulsaciones no hay problemas.

La sensación de volver a correr en ritmos algo más parecidos a los de hace años es de plena felicidad. Objetivo tras objetivo no dejo de alcanzar corredores. Pasando a todos y viendo como ninguno es capaz de quedarse en mi ritmo.
Vuelvo a llegar al centro de Alcalá y sólo queda dar el rodeo de un kilómetro que mencionó Raúl. Siempre el callejeo se hace largo pero al final tras un giro a izquierdas aparece el arco de meta. 1:54:56.

Pero la galopada no ha terminado, queda recoger la impresionante bolsa del corredor, medalla e ir a buscar al resto del equipo. Me sitúo a 300 metros de la meta y me preparo para gritarles. A lo lejos se divisan las camisetas rosas. Parece que se han callado, aunque sospecho que habrá sido en esta recta. Animo y grito solo por molestar. Cuando me pasan me doy la vuelta para verles entrar y escucho una voz exhausta y agónica que me grita y me critica por igual porque a él no le animo. Para mi sorpresa veo que Pablo les ha alcanzado y viene a cinco segundos.

Otro grito de mi parte para él, también con el objetivo de molestar. Y tras 2 horas justas estamos todos en meta.

Otra carrera, mismas amistades, nuevas cosas descubiertas, algo más aprendido. Alcalá un lugar encantador en el que haber corrido. Quizás algún día que esté en forma vuelva a ver como se vuela por tus calles.



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