martes, 26 de noviembre de 2019

CANILLEJAS 2019


Noviembre y correr Canillejas es parte de mi vida desde hace quince años. Fue la primera carrera de muchos de nosotros y en su cuadragésima edición era imprescindible estar allí.

Además esas calles traen muchos recuerdos, algunos de la infancia paseando con los abuelos o mis padres y hermano por las calles de San Blas. Otros de estos quince años aprendiendo a correr por esas mismas avenidas. Recuerdos de años insuperables en los que te dejabas las piernas y el corazón para superar tu marca. Y siempre el recuerdo de la humedad, el frío, la lluvia y el olor a churros en la avenida de Guadalajara


Y en estos quince años casi siempre la misma compañía, primos y tíos. En ocasiones algunos corremos y otros animan. Pero siempre queda el recuerdo de los puntos donde nos vemos o encontramos.

preparados para la salida
En la 40ª edición de la carrera Jose Cano volvimos a cometer errores del pasado, como aparcar en la meta pensando que en diez minutos trotando estábamos en la salida y tener que apretar el paso porque no llegábamos al pistoletazo que da comienzo a la prueba.

El trotecillo a buen ritmo fue suficiente para entrar en calor y romper a sudar. Tres kilómetros de propina para las piernas.

Este año tomamos la salida con diferentes objetivos. El prioritario era el de Jaime, quería terminar sub 39 para conseguir correr la san silvestre vallecana internacional, una locura pensarlo hace un año.
Álvaro y Pablo tenían en mente terminar en menos de 47 minutos. Y en mi caso, disfrutar de la carrera sin ningún objetivo, simplemente volver a vivir el ambiente de Canillejas.

El sonido del disparo da comienzo a una salida sin freno por nuestra parte. Jaime ya había adelantado su posición para no encontrar tapón, pero Álvaro y sobre todo Pablo salen a toda velocidad zigzagueando entre las personas. No han pasado ni 50 metros y ya estoy solo. A mi derecha se alza el globo naranja que marca el ritmo de 50 minutos. Pues parece una buena opción para jugar al gato y al ratón. Y de esa manera tan simple me marco un objetivo para la carrera, ir por delante del globo hasta que termine la cuesta de Arcentales en el km 7.

Subo la avenida de Guadalajara guardando fuerzas para el parque, bajo por García Noblejas comprobando en el km 3 que estoy corriendo en menos de 5 min/km. Hace años me marcaba los parciales de tiempos en series de tres kilómetros para bajar mi tiempo en esta prueba. Recordarlo ahora en plena carrera me hace gracia.

Llega la bajada por Arcentales que me recuerda el lugar donde veía esta carrera cuando era niño jugando con las hojas caídas por el frío otoño. Justo en esa acera me situaba esperando ver a mi tío a finales de los 80. Hoy siguen las hojas en el suelo pero mi cuerpo, algo cambiado con respecto al de aquel niño, intenta acelerar para que no le capture el globo que viene detrás.

Siempre en la recta de meta. Siempre coge el metro
Y en el parque llega el momento más bello de Canillejas. Poder gritar a los que avanzan a ritmos endiablados por el otro lado de la mediana. Como mi primo Jaime, con cara desencajada en el km 6 luchando por su objetivo, sin mirar atrás a sabiendas de que el globo de sub 39 le pisaba los talones. Y mi cara de alucinado cuando le grité dándole ánimos y vi que estaba ganándole la carrera al astuto globero. En menos de treinta minutos conocería el resultado de aquella disputa.

Transcurridos unos cientos de metros me toca volver a gritar, en esta ocasión es Pablo que debe haber olvidado que su objetivo era bajar de 47 ya que va metido en el grupo de 45 minutos y con buena cara. Y poco después su hermano Álvaro que tengo la sensación que va a tomar lo que queda de carrera con las mismas ganas que yo, terminar sin sufrir.




Continúo la subida hacia el giro donde se divisa el Metropolitano, en antiguas entradas de esta carrera le llamábamos Peineta, y sitio de animación de mi familia. Año tras año suele haber alguien animando por aquí, en ocasiones mis tíos, en otras mi madre, también las novias ahora algunas esposas. Y siempre que no corre la carrera está el precursor qué hizo que todos empezáramos aquí. Mi tío Jose. Este año tras la curva y el avituallamiento, con el móvil en la mano, captando el momento de la 40º edición.


La vuelta por el parque hacia García Noblejas transcurre siempre con el pensamiento de la última cuesta ,del km 6 al 7 de la carrera. Punto estratégico para saber si vas a conseguir tu objetivo. Con tranquilidad bajo el ritmo y subo sin sufrir demasiado. Marcando objetivos cortos. El colegio, la gasolinera y el camión. Ese camión que está 100 metros antes de terminar la cuesta y que aparca ahí desde hace quince años. Siempre es mi último objetivo. Y una vez coronado y viendo que los globos están cerca, pero no me han pillado, interiorizo la sensación de victoria porque sé que este año el trofeo Jose Cano vuelva a caer por debajo de 50 minutos.

Bajada disfrutona en ritmos que sólo alcanzas aquí en Canillejas. Última recta de meta donde año tras año no dejo de saludar amigos y familiares. Y por fin el arco de meta al que llego más fresco de lo esperado en un tiempo de 49:21


Como siempre lo mejor viene en el bar. Cuando compruebas que Jaime consiguió hacer 38:48 y en el mismo bar se apunto a la Internacional porque era su sueño. Cuando Pablo se maldice porque hizo 45:22 y pensaba que podía haber bajado de 45 minutos, apenas una hora antes firmaba el 47:01.

Y Álvaro sonríe porque llego en 46 minutos y terminó más cansado de lo que a mi me pareció en el parque. Canillejas 2019, aquella que recordaremos por los 38:48 y los...... botellines para celebrarlo. El año que viene cambio de categoría en esta prueba así que tendremos que venir a luchas con los veteranos.

















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